Editorial Noviembre /

Diálogo entre la cultura urbana y la cultura popular.

necesitamos ir hacia la cultura del encuentro.

El 22 de diciembre de este año, cerquita de Navidad, se realizará la 50 peregrinación de las Villas a Luján. Como es tradición se acompaña a los niños y niñas que hacen su primera Comunión durante el año, para que reciban la Eucaristía a los pies de Virgen.
Es costumbre cada año trabajar un tema, y llevar un lema para la peregrinación. En los primeros años el mismo rezaba así: “Las Villas son barrios obreros”. Aquí va entonces una breve reflexión sobre el mismo.
Un deseo ha puesto en movimiento a miles de mujeres y hombres; el anhelo de progresar, de vivir mejor, de luchar para brindarles un futuro mejor a sus hijos. De esta manera cientos de familias, en cada una de las villas, han tenido la dignidad de construir sus viviendas y han transformando basurales o lagunas en barrios obreros.
Las familias de las villas son hijas de la cultura popular latinoamericana. Cultura viene de agri-cultura. Es lo que hace crecer. Cultura es todo aquello que un pueblo realiza para superar la muerte, optando por la vida y la libertad. Esto es lo que hacen la mayoría de los vecinos de estos barrios.
Hoy se habla de urbanizar las villas. Urbanización hace referencia a lo que la Ciudad le da o le puede aportar a la villa. Tal vez sea mejor hablar de integración urbana. Este es un concepto que busca proponer la ‘Cultura del Encuentro’, ya que también las villas le aportan y le pueden aportar mucho al todo de la Ciudad. Esto comienza por reconocer al pueblo, que vive en estos barrios, como sujeto colectivo con su cultura, su lenguaje, su modo de razonar, su ritmo, sus símbolos. Esto no es populismo, es sencillamente respetar al otro como otro. En este encuentro los barrios pobres recibirán mucho, pero debemos reconocer que ellos ya aportan mucho.
A modo de ejemplo podemos enunciar:
- La vivencia de una esperanza cristiana que genera historia, porque sabe que Dios quiere la felicidad de sus hijos aquí en la tierra, aunque estén llamados a la vida feliz del Cielo, porque Dios creó todas las cosas para que todos puedan disfrutarlas.
- El entramado de solidaridad que sabe hacerse cargo de situaciones de dolor y de deseos de vivir mejor. La capacidad de fiesta aun en medio de dificultades, y a través de ella, la posibilidad de conservar las raíces culturales, es decir aquello recibido de los mayores.
- En una gran ciudad aportan, junto a otros miles de mujeres y hombres, una fuerza económica insustituible y dignificadora: el trabajo. Sobre todo en la construcción de nuestras casas, la ropa que usamos, las frutas y verduras que consumimos, incluso el cuidado de nuestros enfermos y de nuestros mayores. Y con laboriosidad trabajan con la ilusión de pasar del techo de chapa a la losa para poder cobijar a hijos y nietos.
Para integrar es necesario un diálogo entre la cultura urbana y la cultura popular que se da en la Villa. Diálogo que por ser cultural es a la vez político y social. “¡Que hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo!” (EG 210)

Mons. Gustavo Carrara / Obispo Auxiliar de Buenos Aires

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